¿A quién no le gustan las zapatillas? ¿Quién no tiene o ha tenido unas Adidas?
La marca germana quiere mejorar sus productos acercando las fábricas al consumidor, de modo que poco a poco trasladará sus factorías de China o Camboya a Europa y Norteamérica. También permitirá la personalización del calzado: el comprador podrá seleccionar materiales, colores e incluso imágenes para el estampado, con lo que el nivel de personalización será total.
Pero, ¿cómo es esto posible? Nuevamente gracias a los robots. El coste final del producto no dependerá más del país de producción. Los productos se fabricarán bajo demanda y el tiempo de entrega entre la producción y el usuario final será mínimo.
Los planes de la multinacional del deporte son solo un ejemplo de lo que todas las grandes multinacionales harán en los próximos años. Poco a poco, las fábricas volverán a Europa y los países emergentes dejarán de ser útiles al primer mundo.
¿Qué repercusiones va a tener este traslado de los puntos de producción? Como efecto inmediato, producirá una disminución drástica del tráfico de contenedores a nivel mundial. Por otro lado, este cambio de ubicación provocará la pérdida de millones de puestos de trabajo en los países en vías de desarrollo. Además, estas fábricas tampoco van a crear empleo en sus nuevos destinos: recordemos que serán gestionadas prácticamente en su totalidad por robots.
Ante esta situación al parecer inevitable, la sociedad tiene que asumir cuanto antes que en pocos años no va a haber trabajo para todos. Y esto es un problema en una sociedad construida en torno al trabajo, donde se valora a las personas por lo que hacen y ganan.
Así pues, ¿cómo afrontaremos este cambio? ¿Quién va a comprar zapatillas o cualquier otro producto si no es posible ganar dinero?
Yo lo veo muy claro: hay que cambiar el sistema. Con el actual únicamente seremos capaces de generar trabajadores sin trabajo y consumidores sin dinero. Pero resulta que el sistema no se va a cambiar solo, así que ya puedes empezar a implicarte en el cambio.